Cómo Influye nuestra Actitud en el Entorno | 465

Cómo influye nuestra actitud en el entorno | La influencia de nuestro comportamiento en el trabajo | La actitud en el ámbito laboral y personal | Comportamiento proactivo o reactivo | Pensamiento Positivo | Inteligencia Emocional | Negatividad destructiva en el trabajo

Una historia acerca de la influencia que tiene nuestra actitud entre las personas que nos rodean. Original del escritor Bob Selden. Frase de Facundo Cabral: “Hay tantas cosas por gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir… Es una pérdida de tiempo”.

Nuestra Actitud influye como no imaginamos.

¿Te das cuenta si tu actitud influye en tu medio?

¿Nunca has probado si tu actitud puede modificar el sentir de la gente que te rodea?

En esta estrada del Blog y Podcast de Emprendimiento les comparto la adaptación que hice de una historia del escritor Bob Selden, autor de temas de estrategias de comunicación y motivación, ésta lo he tomado de su libro «DON’T. How using the right words will change your life» (No lo hagas. Cómo cambiar tu vida usando las palabras adecuadas)*.

Un viaje en tren, una travesía, una experiencia, un sentimiento.

Esto que les cuento me sucedió hace algunos años, fue durante una mañana mientras me trasladaba en tren de cercanías desde Circular Quay, donde vivía, hacia la Estación Central de Sydney, en Australia.

Yo iba sentado y leyendo cómodamente, cuando de repente, empecé a escuchar los anuncios del operador del tren en el altavoz (o altoparlante).

Aquellos que viajan frecuentemente en este tipo de trenes, podrán dar fe de que cuando un operador hace un aviso por el altavoz, uno que no está pre-grabado, usualmente es bastante aburrido y difícil de entender. Y ya sea un aviso grabado o un mensaje en directo del operador, pocas personas además de los turistas ponen atención a este tipo de anuncios.

Pero, este aviso era diferente.

Al levantar la vista por encima de mi periódico, noté que otros pasajeros quienes ya venían muy concentrados atendiendo sus tablets y smartphones, también miraban hacia arriba, y parecían estar escuchando el mensaje.

Y, no solo prestaban atención, también noté que todos estaban sonriendo.

-«Bueno, y ¿porqué estarían poniendo atención a un mensaje en el tren?».

Hasta donde puedo recordar, el operador del tren dijo algo así como:

“Buenos días Damas, Caballeros y Niños.

Ahora mismo son las 7:35 de la mañana, vamos de Penrith a la Estación Central de Sydney. Estarán encantados de saber que vamos a tiempo. Esto significa que los llevaremos hasta su destino final con tiempo de sobra.

Y,  ¡Solo vean qué preciosa mañana tenemos hoy en Sydney!.

El sol brilla, la temperatura es de aproximadamente 21 grados Centígrados, los pájaros cantan y todo está bien en el mundo.

Confío en que tendrán un gran día a donde quiera que se dirijan.

Gracias por tomar mi tren esta mañana, espero volver a verlos muy pronto. ¡Que tengan un excelente día!.

¡Wow!… ¿Alguna vez han escuchado un anuncio como ese? En mi caso, les garantizo que Yo, no.

¡Ese mensaje me pareció muy emotivo y contagioso!

Fue tan contagioso que además de hacer a todos sonreír, observé que muchas personas (obviamente desconocidos entre ellos) comenzaron a hablar entre sí, entre sonrisas y caras de alegría hablaban y entablaban conversaciones.

Todos en general comentaban el fabuloso mensaje del operador matutino y de lo bien que les había hecho sentir.

Yo empecé a pensar en todo esto, y ya en la Estación Central, mientras salía contento del tren, me acerqué a la cabina del operador y comencé a darle las gracias, a desearle igualmente un gran día, a lo que él me respondió:

-«A ver compañero, no sé de qué me estás hablando, acabo de llegar y apenas me siento en el puesto».

Bueno, le pregunté que a dónde había ido el otro operador, y este se limitó a señalarme hacia las escaleras de salida de la estación.

Entonces, me dirigí rápidamente hacia las escaleras, saltando de dos en dos. Y, reconociéndolo por su uniforme, alcancé a divisar al joven operador hasta el fondo.  Claramente había concluido su turno y probablemente se dirigía a su casa.

Al alcanzarlo, le toqué levemente en el hombro y le pregunté:

-«Oye, ¿Usted es el operador de las 7:35 de Penrith?».

La primera impresión fue que el joven parecía un poco sorprendido, y respondió con cara de no saber qué iba a pasar:

-«Sí, si, si, ese soy Yo».

En retrospectiva,

creo que Yo mismo me habría quedado atónito si alguien se me hubiera acercado y detenido de la misma forma, y, le dije directamente:

-“Bueno, Yo solo quería agradecerle su fabuloso mensaje de esta mañana desde el camino de Circular Quay hasta la Estación Central.

El mensaje fue muy alegre y agradable.

Y lo más importante, me llamó mucho la atención que usted logró que todos los pasajeros sonrieran. Le agradezco en serio por habernos regalado a mí a los demás pasajeros un buen comienzo de día.

Yo le agradecería mucho que no deje de hacerlo».

De esta historia, surgen dos mensajes acerca de nuestra actitud que no nos imaginamos:

Primeramente, cuando las personas son felices en su trabajo, lo demuestran en lo que hacen y dicen, y eso se nota.

En segundo lugar, esta historia destaca los beneficios que se pueden obtener al agradecer a las personas por algo que han hecho, especialmente cuando no lo esperan, pero no me refiero a beneficios económicos:

Ser agradecido tiene mucho que ver con beneficios en forma de satisfacción personal, tanto por dar las gracias como por recibirlas.

¿Te imaginas cómo iniciaría la conversación ese operador al llegar a su casa?

¿Qué le diría a su mujer?:

Adivina ¿qué me pasó hoy?. De hecho, aunque no lo creas, un cliente me alcanzó para darme las gracias”.

Casi todos damos por sentado que el hecho de que a alguien se le pague por su trabajo es al parecer suficiente remuneración,

y que no necesitan un agradecimiento,

ni una palmadita en la espalda,

tampoco requieren un reconocimiento,

incluso cuando han entregado un trabajo que excede sus expectativas;

hasta cuando han sido excelentes con su desempeño, ni bajo esas concidiones les damos su debido agradecimiento.

Ya casi nadie agradece los gestos de educación y generosidad, como por ejemplo:
Que le abran la puerta.

Uno deja pasar educadamente a una señora mayor y detrás le siguen tres o cuatro caballeros quienes no solo no agradecen el gesto, sino que ni siquiera lo voltean a ver a uno,

¡como si fuera la obligación de uno abrirles la puerta a todos!.

Nuestra Actitud tiene un poder muy contagioso.

Yo le agregaría a la narración de Bob Selden que nuestra actitud tiene un poder muy contagioso, y que esta capacidad de contagio puede ser muy positiva o muy negativa.

¿Cuántas veces hemos escuchado los comentarios negativos de nuestro jefe?, unos comentarios cargados de fatalismo, de amargura y frustración:

-«Prepárate, viene una época muy difícil, he oído que nos van a despedir a todos, es que no nos saben valorar, seguro van a contratar a una asesoría externa (o a un outsourcing) para que haga nuestro trabajo, y por la mitad de lo que nos pagan.

Todas estas palabras reactivas y tóxicas tienen un poderoso efecto desmoralizador, aunque uno tenga las mejores intenciones de hacer caso omiso, aunque uno evite contaminarse con tanta negatividad.

Cuesta mucho apartarse de esa influencia contaminante.

Los que preferimos enfrentar la vida de forma positiva con nuestra actitud.

Los pensamientos y las palabras positivas, mas no ingenuas, positivas en el sentido de transmitir alegría y gusto por estar allí, por el gusto de hacer las cosas, por empujar a los demás a sonreír y a olvidar un poco los problemas, para liberar presiones, son la forma en la que Yo prefiero enfrentar las cosas.

Cómo mejorar el Pensamiento Crítico.

Creo que nuestra actitud tiene mucho que ver en el devenir de nuestro destino, y en la forma en que influimos en aquellos con quienes trabajamos y vivimos, también en la imagen que proyecta nuestra Marca Personal.

En otra época de mi vida ya perdí mucho tiempo siendo negativo, así que hoy mejor prefiero pensar en lo que transmite nuestra actitud y me gusta recordar, y quedarme con las palabras del fallecido y admirado Facundo Cabral, quien murió de la manera más inhumana e injusta que se puede merecer un personaje de su talla y categoría, y el decía y cantaba:

“No me voy a levantar para joderme.,Hoy es un nuevo día, para empezar de nuevo, para cambiar, para reír, para volver a ser feliz.

Facundo Cabral era una máquina productora de frases lapidarias.

¡Qué admirable habilidad y agudeza de ingenio tenia para haber confeccionado esa enorme cantidad de frases, todas cargadas de sabiduría e inteligencia!

«Hay tantas cosas por gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir… Es una pérdida de tiempo».


*’Cómo influye nuestra actitud en los demás’ es una historia original de Bob Selden. Libro: «DON’T. How using the right words will change your life».

Para influir en nuestra actitud, y en tu actitud, te recomiendo otros artículos interesantes de Bob Selden en: Management Issues.


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Fotografía de 

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