Consecuencias del Ego en la Toma de Decisiones | 520

El exceso de egoísmo y sus efectos catastróficos | El ego profesional en la toma de decisiones | Madurez para gestionar y liderar grupos de trabajo | Consecuencias del Ego en la Toma de Decisiones | La frivolidad de algunos directores | Cómo ser experto en tomar decisiones

Consecuencias del Ego en la Toma de Decisiones. Frase de la imagen de Gustavo Pérez Ruiz: “No existe eso de que: -Yo soy leal a mi empresa pero ésta no lo es conmigo. La lealtad es un valor que solo funciona en dos direcciones”.

Consecuencias del Ego en la Toma de Decisiones

Las lecciones que descubro más de veinte años después de una vivencia personal.


Hace más de veinte años Yo trabajaba como coordinador de obras para una importante empresa mexicana, allí tuve la fortuna de participar en la construcción de uno de los edificios más emblemáticos del noroeste de la Ciudad de México, no menciono el nombre del edificio ni el de los personajes involucrados porque he de guardar la debida discreción, sin embargo, trataré de apegarme objetivamente a los hechos según los recuerdo.

La hoy icónica torre de oficinas es considerada un rascacielos,

dada su altura y la zona tanto económica como sísmica en la que se encuentra situada. Y, como todo edificio elevado, sofisticado y de vanguardia, el conjunto necesitaba contar con elevadores (ascensores) rápidos y eficientes.

El contrato para fabricar e instalar 36 ascensores de alta velocidad

fue asignado a una reconocida firma de elevadores finlandesa, una que tiene amplia experiencia a nivel mundial instalando este tipo de elevadores, desde Dubai, Shangai, Chicago, Sigapur hasta nueva york.

Todas las cabinas, estructuras y accesorios de los ascensores fueron fabricados en Finlandia, y su instalación en el edificio estuvo a cargo en su totalidad por técnicos y obreros finlandeses.

Una vez que la obra civil fue terminada,

continuábamos en la etapa de las instalaciones generales, y entre esas se encontraban las de los ascensores.

Esta era la primera vez que en México se veían unos trabajos de este tipo, dadas las características de su tecnología.

Hoy le reitero mis respetos y enorme admiración a ese colectivo de trabajadores del ascensor, que no solo requieren de buenas habilidades técnicas, sino hasta de una pericia digna de grandes alpinistas, que por supuesto lleva implícito un gran valor a prueba de cualquier miedo, especialmente la acrofobia.

Durante los avances de todas las obras, llegó el día en que se instaló la primera cabina de los elevadores. Ésta era o es una cabina muy bonita, iba forrada con un mural veneciano y con un techo semi-curvado, diseñada por el mismo arquitecto del conjunto.

En esos días la fuimos a conocer, y algunos hasta hicimos uno de los primeros viajes de prueba.

En esa época no se diseñaban los interiores de las cabinas a capricho del arquitecto, al menos no en México. Hoy probablemente esto suene de lo más normal, pero entonces era una cosa novedosa y muy vistosa porque los elevadores solían ser modelos de línea, más bien serios y carentes de un toque artístico.

Una visita que no estaba planeada (Consecuencias del ego).

Un día, se presentó una comitiva de empresarios y directores de alto nivel de varias empresas asociadas en la construcción del conjunto corporativo.

El director del proyecto, los llevó a dar un paseo por las áreas terminadas para que verificaran los avances.

Y, mientras caminaban por planta baja, éste los dirigió hasta el vestíbulo de los ascensores, y les dijo,:

-«Ya hemos instalado la primera cabina de los ascensores, ahora se las muestro».

Entonces, volteó y le dirigió una orden a uno de mis compañeros:

-«Oye, trae la cabina del elevador a planta baja, para que la vean todos los invitados».

Mi compañero, coordinador general de instalaciones, puso cara preocupación, pero tomó su radio, del tipo walkie-talkie que era lo que usual en la época y se comunicó con el responsable de la instalación de los asensores. Éste, según lo recuerdo, era un joven ingeniero finlandés muy dinámico y de trato agradable. Y mi compañero le dijo por radio frente a todos los invitados:

-«En qué nivel tienes la cabina,

A lo que el otro le contestó:

-«Estamos en el piso 22.

-«Bueno, te pido que mandes la cabina a planta baja, para que la mostremos a los empresarios que vienen a conocer el edificio.

El ingeniero finlandés le contestó con un rotundo

-«No puedo, estamos trabajando».

Entonces, mi compañero le dijo:

-«Solo será un momento, para que todos puedan conocerla».

El nórdico ingeniero le reiteró:

-«Eso no lo puedo hacer, no puedo parar los trabajos solo para que vean la cabina, tendrán que esperar para conocerla en otro momento.

El director del proyecto, quien tenía muchos años de experiencia y también un fuerte don de mando de estilo castrense, le quitó a mi compañero el radio-comunicador, y frente a todos los presentes le ordenó al de los ascensores:

-«Oye habla,»Fulano», soy el director de este proyecto, te ordeno que envíes inmediatamente la cabina a planta baja, que la necesito para mostrarla.

El ingeniero finlandés se rehusó, y le contestó:

-«Me está pidiendo que detenga los trabajos y las pruebas que estamos realizando y eso No lo puedo hacer, si hago esto voy a tener gente parada y además se retrasaría mi programa de actividades».

El director, ya bastante enfadado, le dijo:

-«Pues no me importa si te retrasas un día, ¡te ordeno que me envíes la cabina ya!, si no quieres que hable con tu jefe y le diga que te despida.

El ingeniero finlandés, le respondió:

-«Hable con mi jefe si así lo considera necesario, pero Yo no puedo detener los trabajos.

Muy, pero muy molesto, la primera orden que nos espetó el director fue:

-«No le permitan el acceso al este #!*%&!! ingeniero finlandés, avísenle a seguridad que no lo quiero ver más por aquí, en ninguna de las áreas.

Al día siguiente,

al verse imposibilitado de entrar al edificio, el nórdico ingeniero se vio apoyado por el resto de sus compañeros, quienes en su totalidad se negaron a trabajar, y, sin que nadie se los pidiera, abandonaron todas las zonas de trabajo.

El director de la marca de elevadores, a su vez jefe del coordinador de ascensores, le habló al director del proyecto para pedirle explicaciones.

El director del proyecto, todavía muy molesto le pidió que lo despidiera, que de todas formas no lo dejaría entrar; pero como el directivo finlandés ya estaba bien enterado lo sucedido, solo quería confirmarlo de su propia voz, le respondió:

-«Si lo despediría, pero solo si hubiese detenido los trabajos, y especialmente por una causa que no acepto como justificación:

Que se retrase el programa y pare a la gente solo por estar enseñando la cabina.

Mi ingeniero hizo muy bien, y tanto Yo como mi compañía lo apoyamos; así que si no le permite el acceso inmediatamente, paro todos los trabajos y rescindo el contrato».

El director de proyecto, se encontraba atado de manos,

porque el avance de los trabajos era tan grande que era imposible meter a una compañía de otra marca para terminarlos, eso era material y financieramente inasumible, así que éste no tuvo más remedio que acceder y dejarlo entrar al edificio, y tragarse su enfado.

En ese entonces, aunque Yo no estaba de acuerdo con la actitud de mi jefe y director del proyecto, no veía las cosas con tanta claridad como ahora.

Hoy, con la perspectiva del tiempo transcurrido me permito proponer las breves lecciones que rescato:

UNO. En ocasiones compramos problemas innecesariamente.

Y, por mucho nivel ejecutivo que uno ostente, a veces llegamos a tomar decisiones por encaprichamiento, terquedad o necedad, decisiones que surgen de una pequeña discusión y se escalan a un nivel que puede afectar todo el entorno de un proyecto.

El hecho de parar los trabajos de una compañía, en este caso la de los elevadores, también afectaba al resto de contratistas trabajando en torno al proyecto.

DOS. Planear las cosas.

Pretender, o querer mostrar un producto terminado, o casi terminado, entra en el tema de relaciones públicas, que también tiene su importancia.

Mostrar la cabina del ascensor podría haber sido factible si el mismo director del proyecto le hubiese hablado directamente al de los ascensores para pedirle con antelación que ajustara su programa e incluyera unos veinte minutos para mostrar la cabina (una de las consecuencias del ego es no poder apreciar las cosas con claridad).

Yo creo que éste director de la compañía de ascensores hubiera accedido encantado, además de que su empresa también habría tenido publicidad gratis con los empresarios que iban a conocer su producto.

TRES. Nuestras actitudes pueden mostrar nuestras carencias.

Este tipo de actitudes de supuesto liderazgo al estilo macho alfa dejan entrever una serie de carencias en el ejercicio de la gestión de grupos de trabajo.

Cuando uno se implica en el día a día de todos los trabajos de un proyecto eso se nota,

y por el contrario, al momento de querer asumir un supuesto liderazgo basado en dar órdenes, unas sin tomar en cuenta las consecuencias del ego,

se pone de manifiesto que uno no dimensiona los efectos de sus actos,

porque no está enterado,

o no entiende,

o no sabe realmente lo que se desarrolla in situ,

y desconoce cómo hasta con una tontería puede impactar negativamente todo un proyecto, y esto de la tontería nos lleva a la siguiente lección:

CUATRO.La lucha de poderes y de egos es una consecuencia de la frivolidad.

El ego no se mezcla bien con la toma de decisiones.

Hago alusión a la frivolidad porque por momentos nos perdemos sin poder discernir entre lo importante y lo superficial.

Cuando no sabemos responder con seriedad, con peso y con conocimiento, demostramos frivolidad en nuestra actuación.

El termino ejecutivo significa: tomar decisiones y ejecutar (valga la redundancia) las acciones que nos conduzcan o lleven hacia un objetivo,

y si nuestras decisiones se basan en la frivolidad, en lo reprobable,

como el no saber comportarse a la altura en una situación crítica,

o en comportarse como un niño en una situación que no es crítica y provocar un problema inexistente,

se demuestra una pobre capacidad ejecutiva.

CINCO. La lealtad es recíproca.

Cuando un equipo funciona en completa armonía, se entiende que todos sus integrantes valoran el trabajo y la buena participación de cada uno de sus compañeros.

En este caso,
El primer acto de lealtad

lo demuestran los trabajadores finlandeses, que se negaron a trabajar sin su coordinador, y digo coordinador y no Jefe, porque lo ven como uno más, solo que tiene otras funciones y competencias.

El segundo acto de lealtad

lo demuestra el director general de la empresa que apoya a su coordinador, porque en lugar de aceptar unos argumentos miserables provenientes de un tercero,

considera de mayor peso la propia lealtad que el mismo coordinador tiene hacia la misión de su empresa, que es acabar en tiempo, costo y calidad.

El tercer acto de lealtad

es el del director de los ascensores hablando a nombre de su empresa, quien también apoya a su leal coordinador.

No existe la lealtad en un solo sentido.

No existe eso de que «Yo soy leal con mi empresa pero ésta no lo es conmigo».

La lealtad es un valor que para mí solo funciona en dos sentidos.

SEIS. Empatía para entender otras culturas.

En este caso chocaron dos trenes frontalmente, el de la filosofía de trabajo al estilo finlandés, y el de la filosofía de trabajo al estilo mexicano, que tiene mucho de similar con la filosofía de otros países latinoamericanos, incluso con España.

Allí habría que haber entendido la idiosincrasia de la gente de Finlandia,

de conocer que éste es uno de los países más prósperos del mundo. Y, todo este floreciente desarrollo se debe entre otras cosas, y con justificadas razones a su férrea educación basada en principios, unos tales como el esfuerzo, la constancia y también la lealtad (valores que nos alejan de las consecuencias del ego).

A esos finlandeses se les contrató entre otras cosas por su saber hacer y por su calidad, y eso quedó demostrado en su actitud a la hora de responder por su propio trabajo.

Un genuino esfuerzo para comprender a otra persona y a su cultura, implica un largo recorrido hacia la comunicación.

Niels Barends

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Fotografía de las «Consecuencias del Ego» de Pixabay.com libre de Derechos de autor.

Fotógrafo de las consecuencias del ego Orlando PIROD4D

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