La paradoja del hombre en el coche | 756

Mostrar una imagen artificial en redes sociales afecta la propia marca personal | Paradojas con enseñanza | Pretender otro nivel de estatus afecta la marca personal | La paradoja del hombre en el coche | Lo paradójico que es presumir coche nuevo, sea Ferrari o Lamborghini | La verdad detrás de la presunción | Lecciones de Morgan Housel | Presumiendo un Lamborghini

La paradoja del hombre en el coche | Original de: Morgan Housel | Traducción y adaptación de: Gustavo Pérez Ruiz

Es posible que en alguna ocasión hayas estado esperando a que te entregaran tu coche en una zona de valet parking, quizá venías de comer en un sofisticado restaurante o de bailar en una discoteca de moda, y mientras esperabas para salir o entrar al lugar, escuchaste el poderoso rugir del motor de un coche deportivo.

Allí ante la mirada atónita de todos los presentes apareció rodando a baja velocidad un precioso Lamborghini nuevo, quizá era un ostentoso Bugatti, o alguno de categoría similar.

Es de toda justicia decir que seguramente tú no eres de los o las que se dejan impresionar fácilmente con ese tipo de coches, que al parecer simbolizan cierto poder económico-financiero, pero justo en esa ocasión te dejaste seducir por esa portentosa línea deportiva.

Por un momento quisiste sentarte en el lugar del conductor para sentir los asientos de piel, o para probar los instrumentos, para acelerar y hacer rugir el motor, y ¿por qué no? soñar un poco con lo que se sentiría ser el dueño de ese coche.

En cuestión de pocos segundos,

allí mientras tu mente se proyectaba como si fueras el dueño imaginario de ese coche soñabas que muchos te voltearían a ver; así, conduciendo ese envidiable coche captarías la mirada de curiosos y curiosas.

Divagabas que quienes te observaban en el coche asumían que serías una persona muy exitosa en tu campo de trabajo, o probablemente especularían que eras alguien con gran poder, incluso te verían como un personaje que debería ser hasta famoso, alguien a quien aún no acababan de reconocer.

Es probable que hasta este momento de la narración todavía no te hayas dado cuenta de que no he mencionado al dueño del lujoso coche deportivo, elemento indispensable para definir esta paradoja.


La paradoja del hombre en el coche

La paradoja del hombre en el coche es un concepto original de Morgan Housel, quien en junio de 2018 escribiera un artículo titulado “La psicología del dinero” (The Psychology of Money).

En dicho artículo Housel planteó 20 errores que la gente comete al momento de gestionar su dinero, y el tercero de estos errores es precisamente “La paradoja del hombre en el coche”, que dice así:

Cuando ves a alguien conduciendo un buen coche, por supuesto uno de alta gama, rara vez piensas lo siguiente:

«Vaya, el tipo que conduce ese coche es genial».

No, en lugar de eso, piensas:

“Guau,,, si yo tuviera ese coche la gente pensaría que soy genial”.

Subconsciente o conscientemente, así es como piensa la mayoría de la gente.


«La paradoja del hombre en el coche nos muestra que la gente tiende a querer que su propia riqueza sea una señal para que los demás le admiren y valoren.

Pero, lo que en realidad sucede es que esas otras personas evitan admirarte, y no porque no piensen que la riqueza es admirable, sino porque usan tu riqueza únicamente como un punto de referencia para su propio deseo de ser apreciados y admirados».  – @morganhousel

Este concepto no es muy sutil que digamos, pero prevalece en todos los niveles de ingresos y riqueza.

Puede interesarte leer el blog de Morgan Housel «Collaborative Found».

Housel agrega un curioso caso, señalando que existe un creciente negocio de empresarios que alquilan aviones privados durante 10 minutos, ¡Si, nada más durante 10 minutos!.

Se trata de jets estacionados en la pista de rodamiento.

Solo los utilizan para cobrar por tomarse una selfie dentro del avión, o abordándolo por la escalerilla.  Luego los clientes usan esas fotos para colgarlas en su perfil de Instagram o de Facebook.

Agrega que en algunos hangares hasta te maquillan para que salgas mejor en las fotos, y te preparan una falsa cena a bordo para que salgas ostentándote como un magnate de los negocios, o como un popular Influencer.

Las personas que se toman y publican estas selfies piensan que van a ser amadas y respetadas por todos, sin darse cuenta de que probablemente no les importe la persona quien realmente posee el avión más allá del hecho de que proporcionaron un avión para fotografiarse. https://nymag.com/intelligencer/2017/10/you-can-rent-a-grounded-private-jet-to-take-instagram-photos.html

Si lo meditamos un poco más, todos en la actualidad vemos a muchas personas, sobre todo en redes sociales, mostrarse frente a un coche deportivo.

También los distinguimos sentados en traje de baño junto a la piscina de una mansión o brindando con champagne en la cubierta de un yate.

En todas las ocasiones, más que envidiar a los susodichos, a quienes en la mayoría de los casos desconocemos hasta sus nombres, solo pensamos que nos gustaría estar en esa misma posición, aunque sea por unas horas, para saber qué se siente disfrutar ese bienestar económico.

Pero no los admiramos, ni sentimos satisfacción ni complacencia al verlos lucirse.

En muchos casos mas bien sentimos pena ajena, porque entendemos que las poses fueron preparadas para impresionarnos, para esconder sus carencias, para paliar sus complejos de inferioridad.

En tu caso, sin tomar en cuenta tus condiciones reales, tanto económicas como sociales,

puede que en algún momento hayas soñado con ser el dueño de uno de esos coches deportivos de alta gama, o con poseer una casa en la zona más exclusiva de tu ciudad.

No tiene nada de malo soñar, en todo caso es hasta sano e inspirador, y ¿por qué?

Porque el sueño puede provocarnos para entrar en acción cuando estemos despiertos.
El sueño nos motiva e impulsa a tomar las medidas necesarias para que eventualmente éste se convierta en realidad.

Pero más allá de tener como sueño (y luego como objetivo) comprarse un Aston Martin, o un Ferrari, solo para satisfacer un gusto personal y gozarlo en la más estricta privacidad, en general deseamos su posesión para poder llamar la atención de los demás.

De esta forma, ostentando un gran coche, o teniendo unas vacaciones idílicas en un crucero privado, o ejercitándonos en actividades que se relacionan con un suntuoso estilo de vida, y además de todo esto encima lo hacemos del dominio público, colgándolo en redes sociales o compartiéndolo en grupos de Whatsapp, más bien parece que nuestro último fin es buscar el respeto y la admiración de los demás.


El hombre en el coche de lujo,

el hombre viajando en helicóptero, o el hombre jugando golf, todos estos hombres o mujeres, probablemente piensen y sientan lo mismo que tú al verlos poseyendo o realizando todas esas actividades.

Pensarán que más allá de ser buenas o malas personas, de ser capaces o incompetentes, todo esto los convierte en personajes importantes, en personas encomiables y dignas de toda la admiración de quienes los ven.

Pero, la paradoja del hombre en el coche nos muestra con dura frialdad que todo esto a nadie le importa.

A casi nadie le interesa la marca de ropa que usemos, ni la marca de coche que conduzcamos

A ningún individuo le emociona que nos mostremos caminando por un paisaje idílico porque la mayoría de quienes nos observan sienten que nosotros somos los primeros que no damos crédito de lo que presumimos.

El columnista, podcaster y escritor de asuntos financieros Matthew Kent comenta (en este artículo) a este respecto que:

“Nadie está tan impresionado con tus cosas como tú lo estás”.

Sí, a nadie le deslumbran ni le sorprenden tanto tus posesiones y actividades personales tanto como a ti mismo, sean de ocio, de trabajo o de negocios.
http://thematthewkent.com/the-ultimate-daily-checklist/

Si, esto quiere decir que hacemos alardes de lujo y riqueza cuando mostramos unas posesiones que no pueden adquirir el común de los mortales, cuando nos exhibimos en actividades inasequibles para nuestros allegados o seguidores.

Allí es cuando realmente demostramos que nosotros mismos no damos crédito de lo que exponemos públicamente.

No damos crédito porque en nuestro fuero interno no pensábamos que pudiésemos mostrarnos en un nivel de categoría que en otros tiempos veíamos como inalcanzable;

y con esto queremos demostrarle a los demás, consciente o inconscientemente, que esos niveles o estatus tampoco son alcanzables para quienes nos observan.


Quiero aclarar que el punto nodal de esta paradoja no es abandonar la búsqueda de la riqueza o la posesión de coches lujosos, cosas que por supuesto a todos nos gustan.

El hecho es reconocer que las personas, en términos generales, aspiran a ser respetadas o valoradas por los demás exhibiéndose con cosas materiales de cierto lujo, o desarrollando actividades que la gente común y corriente no puede tener o hacer.

Pero, no se puede rebatir el hecho de que la humildad, la amabilidad, la inteligencia y la empatía tienden a generar más respeto que los coches potentes o las riquezas que alguien pueda poseer. https://www.collaborativefund.com/blog/the-psychology-of-money/


Por su parte, la ayuda desinteresada que le proporcionas a otra persona,

el valor que aportas sin esperar nada a cambio,
la generosidad que demuestras hasta con quienes no conoces, así como las acciones bondadosas que realizas sin informar a los demás,

éstas son la clase de cosas que te otorgan un verdadero valor.

Y, si algo de todo esto le impacta positivamente a alguien que lo necesite, es casi seguro que podrás ser considerado como ‘una persona importante’.

“La preocupación por las posesiones es, más que cualquier otra cosa, lo que nos impide vivir libre y noblemente”.

-Bertrand Russell (1872-1970)

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Imagen de «La paradoja del hombre en el coche» de Pixabay.com libre de Derechos de Autor.
Fotógrafo: Iwan Bettschen

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