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¿Tú qué estás construyendo? | Por Gustavo Pérez Ruiz

Todos, absolutamente todos podemos hacer o construir algo, puede ser un libro, una fórmula, una teoría, una canción, un edificio, en fin. Piensa que eso que estás construyendo o que vayas a construir, si vale la pena, perdurará con el paso del tiempo para su aprovechamiento y/o disfrute.

Así que te pregunto: ¿Tú qué estás construyendo?

Esta reflexión personal me lleva a recordar un proverbio judío que dice así:

“Todo hombre debería hacer tres cosas en la vida: Plantar un árbol, escribir un libro y criar a un hijo.

En general se infiere que la premisa principal detrás de estas 3 propuestas es que desarrolles una cosa que te sobreviva, o que en su caso construyas algo que permanezca mucho tiempo después, cuando tú ya no estés en este mundo.

En el sentido de plantar un árbol y escribir un libro,

entiendo que son cosas que uno puede hacer sin mayor complicación y que a su vez podrían impactar positivamente en la gente, como dar sombra o frutos (en el caso del árbol) o dar conocimiento o entretenimiento (en el caso del libro), aunque el hecho de hacerlas tampoco garantiza que vayan a trascender.

Ahora, en el caso de criar un hijo,

eso tiene mucho mayor fondo, porque por muchos principios y valores que uno le transmita, al final surgen una enorme cantidad de variables que uno no puede ni podrá controlar.

Pero no cabe duda que uno como padre, madre o tutor tiene una injerencia fundamental en la crianza de un hijo-hija.

 

¿Tú qué estás construyendo?

Volviendo al sentido del trabajo, de hacer o crear algo para que perdure, o trascienda,

¿Cómo podríamos ponderar eso que desarrollamos? o,

¿Cómo podríamos entenderlo en el sentido de su utilidad y/o disfrute para los demás?

Primero, tendríamos que poner en valor si eso que hacemos es tangible, si puede medirse, si puede mostrarse, si puede compartirse, y lo que sería mucho mejor: “Si puede multiplicarse”.

En el aleatorio caso de que alguien (quizás tú) trabaje como cajero-reponedor en un supermercado,

es probable que sientas que así no estás construyendo nada tangible, quizá creas (erróneamente) que eso que desarrollas como modus vivendi no es algo fuera de lo común.

Pero, si entiendes que el producto de tu trabajo, en este caso la vivencia más la compensación económica que obtienes por ese servicio que das te permiten compartir tu experiencia de una forma significativa, entonces podríamos concluir que estás haciendo algo constructivo.

Y en esto trataré de ser más concreto:

Si tu experiencia trabajando como cajero te dio la idea para escribir quizá tu historia, o la de uno de tus colegas, una historia tan original que incluso se pueda materializar en otro tipo de expresiones del arte, tales como el cine o el teatro, entonces allí tienes un algo que podría sostenerse con el paso del tiempo cuando ya no estés, o, si en en su caso tu trabajo te inspiró para componer una canción de reguetón con un toque hasta cómico, eso podría considerarse como un trabajo creativo, y ¿por qué no? impactante.

¡Esto puede parecer una total tontería, una vacilada!

pero hay muchísimos ejemplos de personajes que han hecho de su al parecer deslucida profesión un éxito digno de ser reconocido; por allí, en la Emisión 149 hablé de la ejemplar vida de Magnús Scheving, el gimnasta olímpico Islandés que destacó muy poco fuera de Islandia.

Magnús Scheving solo ganó un par de competencias a nivel europeo, pasando un tanto desapercibido a nivel mundial, y al momento de retirarse pensaba que no tenía nada que aportar, sentía que eso que hizo no era gran cosa, ya que muchos lo podrían replicar con facilidad.

En poco tiempo, este gimnasta retirado escribió una historia para niños que luego se convertiría en una popular serie de televisión a nivel internacional, quizá en alguna ocasión viste la Serie Lazy Town, o Villa Perezosa, pues el creador y protagonista del rol principal de super héroe, Sportacus, es el mismo Magnus quien utilizó sus facultades gimnásticas para proyectarse como un fenómeno televisivo a gran escala.

Hoy en día Magnus sirve de ejemplo para mostrar que una profesión (al parecer) común y corriente puede lograr un impacto más allá de lo simplemente convencional, pudiendo crecer con algo tan grande como educar con divertidos valores a la infancia.


La idea que quiero transmitir a partir de esta historia es que todos,

absolutamente todos de acuerdo a nuestras características y experiencias particulares tenemos el potencial de crear algo único que pueda distinguirse en uno o en varios medios, y que además perdure con el paso del tiempo.

Hoy más que en otras épocas,

tenemos la fortuna de contar con el Internet donde sus plataformas en forma de redes sociales facilitan esa proliferación de ideas y propuestas de cambio para mejorar nuestros entornos.

En esta realidad ya no tienes la necesidad de una editorial para que te publiquen tu libro, ya no requieres de una productora disquera para promocionar tu canción, no es indispensable que un periódico o un magazine de gran popularidad publiquen tu artículo para que alcances una gran audiencia.

En el universo digital, solo con un poco de iniciativa, dedicación y eso sí, gran empuje tú mismo puedes hacer o construir alguna cosa para beneficio de los demás, y si tienes suerte, podrías lograr que también te trascienda.

¿Estás construyendo algo que te guste?

Desde mi punto de vista entiendo que para hacer algo que pueda destacarte y posicionarte, creando contenido, físico o digital, en principio y de preferencia tendrías que trabajar en un tema que te guste, en algo que no te canse ni te fastidie la vida, y que para empezar (hasta donde te sea humanamente posible) no sea obligatoria su rentabilidad, ni su monetización como ahora le dicen.

Solo construyendo para hacer dinero

Si en un mundo virtual o real, no importa el que sea, estás creando algo o tienes la intención de construir tu gran idea con la autoimpuesta y obligatoria consigna de hacer dinero fácil, construir una enorme cartera de clientes, vender con cientos de funnels, obtener likes y montones de reconocimientos en forma de menciones y aplausos, eso eventualmente te acabará cansando hasta el punto de desgastarte.

En lugar de esto, y para facilitarte el trabajo creativo, sería más conveniente que te pongas a la labor de crear contenido para un propósito más significativo y grande que tú mismo, uno tan bien pensado que no tenga que ver con tu ego, ni con tus aspiraciones materiales.

Crea solo por el gusto de hacerlo un contenido para el joven de 18 años de Santo Domingo que no sabe qué estudiar, produce con alegría un contenido que aporte tus experiencias al emprendedor de 34 años de Montevideo, escribe tus anécdotas para los graduados de tu licenciatura que quieran ejercer como Ejecutivos en Barcelona, o en Los Ángeles.

Existen muchas personas y profesionales que necesitan tu mensaje y el valor que les puedas proporcionar.

Crear contenido como actividad no va acerca de ti, más bien va acerca de la audiencia a la cual puedas servir, y aunque consideres que son muy pocos, mientras eso que produzcas logre ayudarlos para que cambien sus vidas o sus trabajos a un nivel superior, estarás en pos de rentabilizar tus propuestas de valor.

Construyendo algo para que perdure

Los contenidos digitales que perduren después de varios años, incluso siglos, no lo harán porque sean digitales sino porque son creativos, innovadores, disruptivos o útiles para un colectivo grande o pequeño, eso no importa.

Los blogs equivalen a libros, los archivos en MP3 a los discos en acetato o en CD, los archivos en MP4 equivalen a las películas de antes. El formato es lo de menos, el contenido útil y de valor es lo que tiene que superar la prueba del tiempo.

Piensa que mientras estés construyendo algo, algo que incluso no sea del gusto de los demás, eso servirá, principalmente a tu causa personal, esa que te empuja a superarte a ti mismo, o a ti misma;

y eso te hará sentir la satisfacción que te aporta el hecho de haber contribuido para que el mundo sea un lugar mejor, quizá hoy, mañana o dentro de 80 años, tampoco debería importarnos.


“No persigas ideas de codicia para monetizarte, mejor se consistente;

si quieres ser pianista, toca 4 horas diarias durante 8 años;

si quieres ser escritor escribe a diario durante varios meses, incluso un par de años.

Nada de esto es fácil, pero te garantizo que si eres constante te superarás día con día”.

-Anónimo

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Fotógrafo:  Andrew Martin

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