La apatía de los Grupos Online | 780

Pasar de la apatía en Facebook a la motivación | La apatía de los Grupos Online | La indiferencia en grupos de Facebook Twitter y Whatsapp | El mal trato en redes sociales | El apoyo entre colegas en redes sociales | Las sinergias de grupo en redes sociales como Twitter Instagram y Facebook | ejercicios para evitar la apatía grupal | la frialdad de las comunidades Online

La apatía de los Grupos Online | Por: Gustavo Pérez Ruiz

Hace unos cuantos años, poco antes del Covid, un amigo me pidió encarecidamente que asistiera a un desayuno del tipo networking, de esos que organizan algunas compañías especializadas en suscitar sinergias empresariales, para provocar que surjan negocios entre sus miembros.

La idea principal de pertenecer a uno de estos grupos de empresarios, que por cierto son de pago, es que no solo te consuman tus compañeros, tanto tus productos o tus servicios, sino que más bien te recomienden entre sus propias redes de contactos y conocidos.

Los participantes se reúnen periódicamente, en desayunos o comidas para dar seguimiento mutuo de los negocios provocados entre los participantes.

Allí, después de comer, reunidos en una junta, le dan seguimiento a 3 puntos:

A) Hacen notar quién ha recomendado a alguno de sus compañeros en el último periodo,

B) destacan quiénes provocan más negocios para otros miembros, y

C) informan quiénes han mejorado su propio nivel de facturación en función del apoyo colectivo.

La idea de generar sinergia en principio me pareció totalmente plausible, por eso decidí asistir.

En un grupo de 15 a 25 miembros habría diversos tipos de empresarios, por allí vi a un arquitecto de casas, participaron un par de hoteleros, un taller de coches, una administradora de comunidades, también una imprenta de publicidad, en fin, de todo un poco.

Eso sí, aclaro que, aunque haya empresarios que se dediquen al mismo giro, no se ven como competencia, al contrario, dos restaurantes pueden recomendarse mutuamente, especialmente si se encuentran en diferentes localidades.

Y, aunque esos restaurantes se ubiquen en la misma ciudad, también pueden tener giros diferentes, uno servirá comida italiana y otro comida regional.

En mi caso, me presenté con el giro de los Grupos Mastermind.

Me pareció que organizar un grupo presencial sería más interesante que hacerlo a nivel Online, como había venido haciéndolo.

Luego, me concedieron un minuto para presentarme.

Al amigo que me pidió asistir y mí nos parecía que, como el concepto de los Grupos Mastermind todavía no es muy conocido, llamaría la atención a más de alguno.

Allí la idea del Grupo Mastermind podría hasta considerarse como una anomalía, como una curiosidad con buenas perspectivas.

Pero, más allá de que alguien pudiera interesase en unirse a Grupo Mastermind, lo que más les debería interesar, a todos los miembros del grupo, serían mis contactos personales.

Como candidato en potencia a pertenecer a ese grupo, independientemente de mi concepto de empresa o de mi modus vivendi, lo que más se esperaría es que se interesaran en mí, justo porque desconocen el tamaño y la calidad de mis contactos.

Yo podría ser una potente fuente de recomendaciones para cada uno de sus negocios; podría llevarle clientes a casi todos.

Desafortunadamente, para mí y para todos, la respuesta de la mayoría de los miembros fue sorprendentemente negativa.

Terminada la presentación y a la hora del digamos «networking«, solo una persona se acercó a mí para preguntarme a qué me dedicaba, ¡solo una!, y casi lo hizo por protocolo, por educación, cosa que le agradecí. Por supuesto que también le pregunté cuál era su negocio; pero quedé atónito por una recepción tan desoladora.

Por allí también intenté integrarme a algún grupo. Les hice preguntas para captar su atención, alguna idea les valoré, pero no estaban muy por la labor de hablar conmigo, mucho menos de escucharme.

¿A qué se debería esa dinámica grupal tan pasiva, tan desinteresada, tan pasota como dicen en España?

Descubrí con tristeza, después de haber desayunado y asistido a la junta de seguimiento, que ya nadie estaba interesado en conversar. Como ya se conocían todos quizá no les importara tanto quedarse a platicar con «El Nuevo»; tenían más prisa en salir de allí que en ampliar sus redes de contactos.

Al parecer no vieron en mí posibilidades de generar negocios a su favor.

¿Cómo se supone que recomendaré a alguno de esos empresarios si ni siquiera se dejaron conocer a nivel personal?,

¿Cómo voy a sugerir a cada una de esas empresas -entre mis contactos- si éstas no se acercaron a presentarme sus marcas?

¿Con qué cara pretenden que los recomiende cuando demostraron un nulo interés en mi propuesta de valor?

Y si no se interesaron en escuchar lo que tenía que decirles, cómo se supone que van a retransmitir mi mensaje entre su red de conocidos.

Aclaro que no tengo nada en contra de este tipo de grupos, que también los hay totalmente dinámicos y productivos, como los de Meetwork que lidera mi amiga Doris Machado, a quien recomiendo ampliamente conocer si eres empresario radicado en España.

La apatía de los Grupos Online

Lo que quiero destacar, como ya lo comenté, es que esta anécdota tuvo lugar antes de la pandemia, en una época donde no habían proliferado las reuniones, conferencias y eventos masivos del tipo Online.

Lo que me llama la atención, entre otras cosas, es que este fenómeno en forma de apático desinterés, y hasta de indiferencia, se presenta normalmente y con más rigor en los grupos en línea -la apatía de los grupos Online-.

La apatía de los Grupos Online es similar a la de los Grupos Presenciales

Lo que sucede es que las prestaciones de las reuniones Online no motivan tanta cercanía ni gran camaradería como las interacciones presenciales, por muchas razones:

A) por la distancia entre sus participantes,

B) por la diferencia de servicios de internet,

C) y por la fragilidad de la comunicación ante tantas interrupciones.

Las interacciones a nivel personal, de uno a uno, a menos de tres metros de distancia o en la misma mesa de reuniones, son desde mi punto de vista mucho más cálidas y provocan mayor cercanía que las interacciones en línea, siempre y cuando sean bien llevadas, no como el ejemplo del principio.

En lo particular tengo la fortuna de haber conocido a muchas personas y/o profesionales a nivel Online, a quienes hoy me precio de tenerlos como buenos amigos y amigas.

No obstante, a ninguno de éstos lo conocí en alguna plataforma o evento Online del tipo masivo.

Cuando digo masivo me refiero a esos eventos que convocan a tantos usuarios para crear enormes comunidades en torno a un tema específico.

En mi caso siempre he iniciado contactos uno a uno vía Twitter, o vía Facebook, o a través de algún mensaje de correo electrónico que ha dado pie para iniciar una relación de buena camaradería, y algunas perduran a la fecha.

Actualmente pertenezco a algunos grupos de profesionales en Facebook, en Twitter y en Telegram, grupos que no tengo la responsabilidad de coordinar, y seguido me pregunto:

¿Por qué algunos de estos grupos tan numerosos de profesionistas sostienen interacciones que tienden a cero?

¿A qué se debe que veamos tanta apatía cuando alguien comparte un artículo?

¿Por qué casi nadie le contesta al que celebra cinco años de publicaciones en su plataforma personal, sea blog o videoblog?

Casi nadie responde a la encuesta que alguna empresa cuelga en el muro común, misma que se publica únicamente en el grupo al que se supone que a todos sus participantes les interesa el tema.

Las señales de aprobación, como los likes, los emoticonos y algunos stickers son escasos en grupos profesionales, más no así en los grupos donde predominan los amigos y familiares.

Este es un fenómeno extraño, por eso muchos profesionistas crean sus plataformas empresariales a partir de sus perfiles personales, porque la interacción de sus amigos y familiares no los abandonarán a la hora de requerir apoyo.

Lo anterior es un sinsentido, porque los amigos no se pueden considerar como potenciales consumidores, ni tampoco como seguidores.


Tal como los colegios de profesionales actúan en el mundo presencial, las interacciones online entre profesionistas de la misma rama tienen legítima y total razón de existir.

El problema del mundo Online es que la sensación de lejanía provoca una especie de desinterés al no verse unos a otros tan obligados a apoyarse mutuamente; veo que muchos encuentran en la distancia mayores pretextos para no manifestarse, para incluso mantenerse en la oscuridad.

Algunas causas de la apatía en los Grupos Online

Es curioso que una comunidad de Online, donde todos saben o al menos están interesados en el mismo tema, por ejemplo en el tan de moda marketing digital, a nadie le interesa escuchar o leer al otro, mucho menos comentarlo o apoyarlo.

Esto probablemente se deba, y aquí estoy especulando, a que en una comunidad donde todos proponen lo mismo, donde todos traen casi el mismo guion (lo cual tampoco está mal) se ven unos a otros como virtuales competidores.

En lugar de considerarse como contrincantes y permanecer estáticos, podrían tratar de generar una fuerte inercia y convertirse en tendencia, o en ‘trending topic’.

En lugar de verse los unos a los otros como competencia, o como copias mutuas, si todos se retuiteasen, si todos se comentaran unos a otros, si todos se aplaudiesen mutuamente, si todos se dieran like, podrían generar una sinergia con luz propia.

Así podrían hacer crecer al grupo orgánicamente, porque llamaría la atención por el nivel de interacciones, tanto en la plataforma como en los buscadores.

Pero si unos y otros son apáticos con el vecino, o sea con el colega, eso se convierte en una especie de comunidad en permanente fase de construcción, una que no acaba de habitarse, como un edificio de oficinas o de viviendas en obra negra, o peor aún, con aspecto de estar en ruinas.


Con gran dedicación muchos luchan por vencer la apatía de los Grupos Online

Hay admirables profesionales que convocan a colegas a participar en conferencias Online o que invitan a muchos a pertenecer a sus grupos de facebook, o de twitter, y el engagement es, para su infortunio, prácticamente nulo.

Prácticamente nulo considerando la gran cantidad de participantes o de miembros digamos inactivos que podrían marcar una diferencia considerable si se decidieran a apoyar a los demás, si solo se comportaran empáticamente.


Tristemente, al parecer, el mayor engagement o conexión se da cuando alguien comienza dejando una crítica fuera de tono, un comentario digamos incómodo.

Si uno o dos responden en sentido contrario del sentir general entonces como que revive el grupo. Lamentablemente, en nuestra naturaleza humana prestamos más atención al bullicio, al tumulto, al lugar del accidente, donde se escandaliza, donde hay polémica.

Entonces, ¿para qué se crean comunidades de colegas?

Existen algunos personajes de reconocida fama que solos -por sí mismos- son capaces de construir una enorme comunidad a su alrededor.

Sí, son capaces de generar una fuerte sinergia entre todos los participantes y seguidores. Esto se debe a que tienen el empuje para generar una idea o crear un arte difícil de igualar, uno que por si mismo puede producir la ola de actualidad en forma de gráfica, crean una moda, provocan tendencia.

Por otro lado, hay comunidades que entre todos no son capaces de hacer brillar aunque sea a uno solo de sus integrantes.

A mi parecer, esto se debe a la apatía reinante, al egocentrismo de cada uno; es que el afán de protagonismo es tremendo. Nadie quiere conceder un comentario positivo a favor del colega, ni aplaudir al vecino de banca.


Seth Godin, el popular gurú del marketing escribió en su blog que:

«Si ingresas a un mercado lleno de ruido, es más difícil que los demás te noten, incluso si el beneficio incremental que ofreces parece grande e interesante.

Si estás tratando de deleitar a los clientes existentes, cuanto más encantados estén, más delicias nuevas debes ofrecer para llamar la atención».

Pero, si entiendes que tus clientes son tus colegas y competidores, entonces no esperes ningún tipo retroalimentación ni apoyo alguno, más bien tendrías que construirte tu propia comunidad.

A este respecto te comparto una idea de la profesora y empresaria Karyn Twaronite, la cual escribió en un artículo para la prestigiosa revista Harvard Business Review (‘The Surprising Power of Simply Asking Coworkers How They’re Doing’):

«Los humanos tenemos una necesidad innata de pertenencia, de pertenecer a algún grupo, o a cierta sociedad; pero muy en especial tenemos necesidad de ser reconocidos, de que nos distingan entre los demás, tanto a nuestra persona como a nuestro trabajo.

Realmente es sorprendente el poder que te da el solo hecho de preguntarle a tus colegas o compañeros de trabajo:

¿Cómo te va?  o  ¿Qué estás haciendo ahora?

La gente siente un mayor sentido de pertenencia cuando sus colegas le reconocen regularmente, y en el mundo Online el reconocimiento viene envuelto en forma de like, de comentario, de sugerencia, de crítica constructiva.

Todas estas manifestaciones de interés online son gestos que hablan más de quien las hace que de quien las recibe.


“Las personas más ricas del mundo buscan y construyen redes (o networks); todos los demás buscan trabajo”.

-Robert Kiyosaki

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Imagen de Pixabay.com libre de Derechos de Autor.
Fotógrafo:  Engin Akyurt

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