La Analogía de la Pelea de Gallos | 815

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La Analogía de la Pelea de Gallos | Por Gustavo Pérez Ruiz

Continuando con historias de CEO’s, en este caso más bien de ‘Directores’ pero no de tan alto nivel, aquí te comparto una anécdota que puede ser provechosa para adquirir una buena perspectiva ejecutiva desde varios puntos de vista, espero que te sea de utilidad.

La Analogía de la Pelea de Gallos

Un lunes, a primera hora de la mañana, Germán llegaba unos 15 minutos tarde a su sitio de trabajo, era el superintendente de la construcción de un Gran Hotel.

Aunque fuese solo un cuarto de hora, le incomodaba llegar a destiempo, pero el tráfico debido a un accidente en la carretera lo detuvo unos minutos.

Al aproximarse al sitio de la obra, le pareció raro no ver actividad en progreso, no detectaba movimientos de trabajadores ni de maquinaria, el ambiente se asemejaba a un domingo por la tarde.

Conforme se acercaba a la caseta donde tenía su oficina se encontró frente a unos 40 trabajadores con el rostro desencajado, todavía vestidos con ropa de calle aguardando de pie en la zona de estacionamiento.

Bajó del coche, y extrañado les dijo:

-Buenos días, ¿Pero qué está pasando aquí? ¿Qué hoy no van trabajar?

El capataz de las cuadrillas, Flavio, se acercó a unos pasos de su coche, y en tono solemne le dijo a bocajarro:

-Germán, hoy no vamos a ponernos a trabajar hasta que nos digas ¿Quién aquí te ha faltado al respecto y qué fue exactamente lo que te dijo?

Germán, completamente sorprendido por la exigencia del capataz le respondió:

-¡Queeé! ¿Pero por qué me dices esto? A mi nadie me ha faltado al respeto, ¿A qué te refieres con eso?

-Sí, tu dijiste que te habíamos faltado al respeto.

-Oye, nunca he dicho tal cosa, y antes de reclamarme lo que quieras, primero dime quién dice que ustedes me han faltado al respeto y ¿cuándo se lo comenté?

Flavio, sin cortapisas, le dijo:

-Tu Jefe le comentó a nuestro Jefe, el pasado viernes, que nosotros te faltábamos al respecto, y queremos saber quién entre todos lo ha hecho para aclararlo.

Germán, velozmente se puso a tratar de reproducir en su mente la última reunión que había sostenido con su propio Jefe, el pasado jueves:

Recordó que durante la junta de seguimiento, su Jefe le preguntó:

-¿Oye Germán, te siguen dando problemas estos michoacanos?- Así les decían porque tanto la empresa como la mayoría de los trabajadores eran originarios del estado mexicano de Michoacán.

-En general son buenos trabajadores, el problema con el que tengo que lidiar constantemente es que están renuentes a usar equipos de seguridad, como cascos, arneses y líneas de vida.

Argumentan que estos equipos les estorban para hacer bien su trabajo, pero ya sabes cómo son las inspecciones oficiales, si por casualidad nos cae algún inspector de seguridad en el trabajo y descubre a alguno de estos amigos michoacanos sin medios de protección nos pondría una sanción muy gorda, además de que independientemente de la multa.

Un accidente de trabajo, como una caída al vacío podría tornarse en una tragedia, cosa que definitivamente afectaría al negocio, porque si no lo clausuran temporalmente si que quedaría en los registros de nuestra empresa, bajaría nuestra reputación de marca.

Visiblemente molesto su jefe le respondió:

-“Pues como siguen sin hacerte caso, y en vista de que mañana voy a comer con el jefe de estos michoacanos, se lo voy a comentar”.

-No, no te preocupes, lo tengo controlado, por enésima vez buscaré la forma de hablar con ellos y les advertiré que “No podrá seguir en la obra quien no acate los reglamentos”. Déjamelo a mi que para eso soy el Superintendente, creo con ellos se puede razonar, llevamos una buena relación.

“Pues no me parece bien que NO te hagan ni caso”.

En fin allí terminó esa pequeña reunión de seguimiento de avances.

Luego,,,

volviendo con la mente al patio del estacionamiento, sin exaltarse, Germán tomó aire para contestarle a Flavio y a los trabajadores michoacanos. Rápidamente trazó las ideas que les diría y en tono moderado pero firme les habló:

-En los 2 meses que tenemos trabajando juntos en esta obra, según mi memoria, no he tenido ni un más ni un menos con ninguno de ustedes. Entonces, aquel que recuerde alguna discusión acalorada conmigo, o que crea que hemos discutido diferencias de forma enérgica, o en tono agresivo o con palabras irrespetuosas que por favor lo diga ahora.

Se hizo un silencio. Nadie habló.

Germán dejó seguir la pausa. Y ante la falta de réplica, les dijo a todos:

-Vamos a ver. Ustedes y yo estamos aquí prácticamente todo el día juntos, creo que en uno u otro momento ya he hablado con todos, tanto en el trabajo como en la comida, siento que nos llevamos como buenos camaradas, entonces ¿Por qué tendría yo que acusar a alguno o a algunos de faltarme al respeto?  ¿Para qué?  ¿Qué ganaría con eso?

Todos continuaban en silencio.

-Miren, el pasado jueves me reuní con mi Jefe, el dueño de «MI empresa», quien como saben contrató al dueño de «SU empresa» para que proveyera la mano de obra para este proyecto.

A ustedes les toca desarrollar los trabajos y a mi coordinar y ejecutar todo lo que sea necesario para que puedan trabajar sin problemas.

Hasta hoy allí vamos, avanzando sin retrasos, y yo agregaría que hasta con calidad. Pero he de decirles, por trigésima ocasión que estamos asumiendo riesgos innecesarios, para ser más precisos ustedes los asumen al evitar el uso los equipos de seguridad.

Sé que son incómodos, y que tienen que amarrarlos y desamarrarlos a cada rato, este trabajo es así y ustedes lo deberían saber ya, pero me estoy cansando de tener que repetírselos y de que no me hagan caso.

En principio la mayoría se monta los equipos y al parecer todo va bien, pero no crean que no me doy cuenta que cuando me retiro de la obra inmediatamente se los quitan. Esa actitud habla muy mal de ustedes y de su empresa, además de que en un eventual accidente tendríamos que asumir una fuerte multa, y en su caso nos podrían cerrar la obra, obviamente dependiendo de la magnitud del incidente.

El pasado jueves le comenté a mi Jefe que ustedes no me hacen caso, que me canso de indicarles que se protejan, pero UNA COSA ES decir eso, Y OTRA muy distinta sostener que alguno me ha insultado.

Todos ustedes saben que eso no ha pasado, a pesar de haber sostenido algunas discrepancias normales en cuanto a formas de hacer, no hemos llegado al punto de los insultos, ni de las descalificaciones.

La mayoría de ustedes son jóvenes, y sin embargo tienen bastante experiencia, pero no la suficiente como para visualizar que en muchas ocasiones los jefes y socios de negocios parece como que hacen negocios de forma política y hasta con cierta rudeza, a simple vista demuestran un trato duro e inflexible entre sí.

Pero pongan atención, quiero que se den cuenta que mientras ustedes y yo estamos trabajando, nuestros jefes se van a comer o a cenar juntos, se toman unas cervezas; llegan a acuerdos y cierran negocios. Y, una común y negativa mentalidad que muchos de éstos jefes profesan es que si enconan a unos con otros o nos ponen en competencia eso nos obliga a todos a no bajar el ritmo, a estar en un estado de tensión permanente con tal de que nadie se duerma, para que todo avance; esta reactiva creencia es similar o analógica a la mentalidad de las peleas de gallos que ustedes bien conocen.

La Analogía de la Pelea de Gallos

Recordarán que los gallos se pelean, entran en encarnizadas batallas en el ring hasta que uno muere, pero si observan a los galleros, a los dueños de los gallos, éstos no pelean entre sí.

Allí en el ruedo los empresarios/galleros aparentan ser duros competidores, se increpan, se voltean a ver con desprecio.

Pero fuera del ring de luchas, cuando nadie los ve, se van a comer juntos, se echan unos tequilas de lo más normal, toman decisiones, deciden el gallo de quién gana determinada pelea y cuando gana el gallo del otro empresario.

Esto lo hacen para controlar el resultados de las apuestas, así todos ganan, casi ninguno pierde, exceptuando a los gallos, porque hasta el que queda vivo queda para los leones; pues similarmente funcionan las cosas en el medio empresarial (Analogía de la Pelea de Gallos).

Yo les pido que no entremos en el manipulador juego de nuestros patrones, trabajemos juntos con respeto, como hasta ahora, e independientemente de que nos llevemos bien, o no tan bien, porque tampoco vamos a coincidir en todos los criterios.

¡Hagamos bien nuestro trabajo!, que cada uno defienda sus puntos de vista y cumpla con las normas y reglamentos que le tocan; y aunque no les guste montarse el equipo de seguridad, no lo hagan tanto por las indeseables multas que por cierto, y esto lo tengo que ver con nuestros jefes, a partir de hoy cualquier multa la pagará la empresa para la que ustedes trabajan.

Mejor véanlo de esta forma: Háganlo por ustedes y por sus familias, evítenles una desagradable y fría llamada telefónica en la que yo o su jefe tengamos que hablarles para informar de su lamentable deceso.

No quisiera tener que repetir esta conversación, y es más, les pido que quede entre nosotros. 

La analogía de la pelea de gallos es un concepto personal que me gustaría que quedara en cada uno como una perspectiva inapropiada que muchos ejecutivos utilizan como sucia herramienta de control.

Espero que se pongan a trabajar cuanto antes, yo voy a hablar de esto con mi Jefe y a aclararle que ya hemos conversado del asunto, conociéndolo supongo que no querrá hablar del tema, ya les diré cómo fue todo.

Luego, todos asintieron con una sonrisa y se aprestaron a trabajar.


Para completar el tema de Gestión Ejecutiva (el de la analogía de la pelea de gallos), lo que yo agregaría a ese mini-discurso de Germán, sería lo siguiente:

1.

En aras de progresar, de avanzar con cadencia y eficiencia, muchos empresarios mandan a golpe de maquiavelismo utilizando aquella máxima de que «Más vale ser temido que ser amado», con la cual estoy en total desacuerdo.

2.

Cualquiera que sea tu oficio o profesión, o el giro de trabajo en el que te desenvuelvas, no permitas que tus superiores o supuestos líderes te manipulen ni a ti ni a tus colegas, no dejen que los enconen a los unos con los otros.

Además, no compitan ni entre ustedes, aunque tu jefe te diga que tu compañero de equipo va mejor, o que debes replicar o superar sus resultados no entres en el juego.

3.

Ante estas reprobables presiones de tu superior enfría la cabeza, incluso hasta donde puedas pretende que has entendido su mensaje, pero en el fondo no asumas contiendas o rivalidades en las que tú decidas NO entrar.

No compres un problema con tus compañeros y colegas convirtiéndolos innecesariamente en tus encarnizados competidores cuando otro te esté provocando a hacerlo, mejor trata de ganar amigos, crea lazos de colaboración con miras a futuro.

¿Debo tomar decisiones por instinto?

4.

No caigas en el juego de quien controla las piezas del tablero, y aunque éste o ésta te asigne el rol de peón, y además del color que te diga, tú no dejes de pensar como pieza mayor, como alfil, como caballo, como torre y ¿por qué no? Como Rey o Reina.

Una cosa es lo que te mandan a hacer y a actuar y otra muy diferente es lo que tú realmente harás por convicción personal, dado que respetas los principios personales en los que basas tus acciones.

Improvisación como capacidad Ejecutiva y Emprendedora | 701

5.

Ante las incomprensibles controversias que tú no has provocado, habla las cosas, más cuando pongan en entredicho tu prestigio, o tu integridad, o las razones de tus actuaciones.

6.

Manipuladores y sinvergüenzas desafortunadamente siempre te los toparás, pero antes que enfrentarte al mundo tú solo, o tú sola, aclara tus razones y explica tus acciones a quien debas de dárselas, no a cualquiera que se atraviese por tu camino.

7.

Pon mucha atención para aprender a interpretar lo que veas u observes entre líneas, esa visión de dará una buena perspectiva ejecutiva, una que cada vez te será más necesaria conforme vayas ganando experiencia y subas posiciones, eso espero de ti:,  ¡Que prosperes!


 “Los pastores serán brutales mientras las ovejas sean estúpidas”.

Fray Luis de León (1527-1591)  | Religioso agustino del siglo XVI

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