¿Qué piensan los demás de ti? | 740

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¿Qué piensan los demás de ti? | Artículo y guion de: Gustavo Pérez Ruiz

¿Qué piensan los demás de ti?

El protagonista del libro que a continuación les recomiendo experimenta una revelación -o golpe de realidad- cuando descubre que

“Dentro de la imaginación de cada persona con la que él se encuentra, existe una versión diferente de él mismo, una versión que no coincide con la imagen que tiene de sí mismo”.

Este personaje «prácticamente enloquece» cuando se da cuenta de que en realidad nadie lo conoce cómo él quisiera que lo conociesen.

El ‘quid’ o esencia del asunto, es que la persona que entiendes como tú mismo, o como tu misma, existe solo para ti, incluso si tú mismo conoces o no quién eres en realidad.

Luigi Pirandello, reconocido escritor italiano y ganador del Premio Nobel de Literatura en 1934 escribió el libro titulado Uno, Nessuno e Centomila  (Uno, Ninguno y Cien mil), obra donde expone las impresiones y alteraciones que sufre su protagonista al darse cuenta de que todos aquellos a quienes conoce o que van cruzándose por su camino tienen conceptos totalmente diferentes acerca de su persona, y esto lo perturba.

El libro narra la historia de un sensible joven que un día como cualquier otro, estaba observándose detenidamente ante el espejo.

Su joven esposa, al verlo tan absorto, le preguntó:

-¿Estás viendo de qué lado tienes torcida la nariz?

Y él, sorprendido, le responde,

-¡Yo no tengo torcida la nariz!

Después de una breve discusión, ella lo hace entrar en razón cuando incluso le hace ver que también tiene una serie de pequeños defectos físicos que lo distinguen, unos de los que él aún no se había percatado, como una oreja más grande, o una pierna más arqueada que la otra.

Con mucho pesar él se va dando cuenta de que su mujer tenía razón en todos los detalles, y se pone a reflexionar que tanto a nivel interior como exterior él no se conoce tan bien como las personas con las que convive.

Después de pensar y pensar mucho, el protagonista se obsesiona con el concepto que tenía de sí mismo y reflexiona lo siguiente:
-Era un extraño para mí mismo, es decir, alguien a quien los demás podían ver y conocer, cada uno a su manera; pero yo no”.

Y ante la ilusión de que tenemos un conocimiento aproximado de nuestra imagen, dice:

“Vivís en la feliz ilusión de que los otros, desde fuera, se hacen de vosotros una imagen igual a la que os hacéis de vosotros mismos”.

Si lo analizamos objetivamente, es prácticamente imposible conocernos a nosotros mismos, y menos definir con precisión quiénes somos.

Pero, si lo evaluamos desde otra perspectiva, piensa en cualquier conocido que te venga a la cabeza, por ejemplo un colega de tu gremio:

Así te darás cuenta de que tienes una idea concreta acerca de su persona en conjunto, de su físico, de su carácter, de su idiosincrasia.

Si tu concepto lo contrastas con las opiniones de otros colegas quienes también lo conocen, encontrarás juicios diferentes.

Probablemente lo tengan en mejor concepto en cuanto a su forma de trabajar.

Tú quizá lo juzgues menos competente.

Otros exaltaran determinadas cualidades de las que tú ni siquiera te habías dado cuenta.

En general tú lo tienes en un concepto diferente de los demás. No sabes qué piensan de él.

Es posible que:

A) Tú tengas clasificado tu propio concepto de persona dentro de ciertos parámetros, porque a través de los años has ido creando tu propia personalidad, o

B) ¿Crees que tu personalidad ha sido creada por las personas y circunstancias de las que te has rodeado?

De facto estas dos cosas suceden, tú te defines a ti mismo y los demás también te definen, y ninguna definición coincidirá con otra, porque tú eres una persona diferente en cada concepción individual.

Quizá una cierta actitud tuya, por ejemplo la forma en como te condujiste durante determinada crisis en tu trabajo haya definido tu personalidad para todos los que te vieron superar esa situación problemática.

Y si durante esa crisis tus acciones afectaron las vidas de aquellos a tu alrededor, tanto positiva como negativamente, eso seguramente habrá formado un criterio en los demás acerca de tu temple, o de tu carácter, tanto como persona como profesional.

Estos criterios seguramente serán totalmente diferentes de los que pueda tener una ex-compañera tuya de la secundaria, o de uno de tus primos.

¿Y por qué se dan estas diferencias?

Porque estos últimos (tu ex-compañera y tus primos) no conocían esa nueva versión de tu persona bajo esas condiciones particulares

Quizá hasta tú mismo te sorprendiste por la forma en que te desenvolviste en el curso de esa crisis, y eso te convirtió en una persona diferente, porque antes eras uno y después de la dura experiencia ya eras otro.

La idea o historia que construimos alrededor de nuestra propia persona difiere en gran medida con la historia que los demás han construido acerca de nosotros.

Y esta divergencia de criterios puede, en muchos casos, ser intolerable porque,

¿Cuánta dosis de verdad somos capaces de tolerar?

Esta revelación es la que impresiona al protagonista de la novela de Pirandello,,, ¿Qué piensan los demás de mi?


Piensa que tus familiares, tus profesores, tus compañeros y ex-compañeros,

tu Jefe, tus subordinados, tus clientes, tus posibles socios, hasta los desconocidos con los que te cruzas en el supermercado, absolutamente todos han construido en su mente una diferente versión de tu persona, una versión sobre la que tienes un escaso o nulo control; lo que otros piensen o no de ti está prácticamente fuera de tu alcance.

Ante los ojos de los demás, las acciones y actitudes que tomamos en cualquier circunstancia definen a nuestra persona, a pesar de que las causas de nuestros actos las justifiquemos como queramos.
Todo lo que hacemos y exponemos, tanto a nivel presencial como a nivel online, especialmente en RRSS, provoca que los demás nos juzguen en base a sus propios valores y parámetros de criterio.

El personaje de Robin Hood, por poner un ejemplo fácil, era juzgado como ladrón ante los ojos de los aristócratas, pero al mismo tiempo era considerado un héroe por todos aquellos a quienes ayudaba con el producto del pillaje que le hacía a los ricos.

A veces juzgamos duramente a algunas personas sin conocer toda su información o las razones ulteriores de su actuación.

A nivel consciente muchos no se dan cuenta de lo que otros piensan realmente acerca de su historia o de su persona, o lo que es peor, tienen una idea equivocada del concepto en que los tienen.

Pero, a nivel subconsciente perciben que tienen carencias y defectos que no pueden o no saben gestionar, por eso actúan de forma artificial o forzada para que los demás construyan en su mente la historia que éstos quieren que entiendan como SU realidad.

De esto nos podemos dar cuenta fácilmente, por ejemplo en las redes sociales #RRSS, cuando vemos que algunos comparten imágenes o vídeos donde se exponen en lugares o situaciones que el común de las personas no pueden lograr igualar por falta de recursos, o de tiempo, como cuando se toman selfies bajando de un crucero por el río Danubio, o practicando golf en un campo australiano; lo que no dicen es que lo practican a nivel principiante en su primer día, solo para impresionar.

Cuando tratamos de provocar (intencionadamente) que los demás tengan una idea de nuestra persona, o en su caso intentamos que compren nuestra historia (una que hemos fabricado jactanciosamente), quizá logremos que algunos la asimilen, o la crean en un bajo porcentaje, pero al final la mayoría entenderán una idea totalmente distinta de la que desearíamos creyeran acerca de nuestra persona.

Existe una frase recurrente entre los consultores de Personal Branding que algunos le atribuyen al escritor Oscar Wilde, que dice más o menos así:

«Nunca hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión”.

En un día de mala suerte, justo en los momentos previos a una entrevista con un potencial cliente, mi amigo Eusebio (nombre ficticio) experimentó un trago amargo, algo lo frustró, algo lo entristeció o lo enfureció.

Y, éste –quasi cliente suyo- se dio cuenta de su bajo estado de ánimo, por lo cual, lamentablemente, Eusebio generó una primera mala impresión de su persona.

Estoy aseguro que alguien que te conoció durante uno de tus días malos probablemente tendría otra impresión, diametralmente opuesta a la primera si te hubiese conocido en uno de tus grandes días de alegría.

Nunca sabremos realmente las situaciones o momentos por los que está pasando otra persona, una a quien poco o nada conocemos, por lo que es importante comprender que debemos tratar de ser amables y complacientes con aquellos que por causas fortuitas se cruzan frente a nosotros.

Desconocemos las razones de determinadas actitudes que otros toman cuando nos los topamos,

como sus caras de frustración, los ceños fruncidos, la falta de saludos y agradecimiento, el frío protocolo a la hora de interactuar. No sabemos qué piensan de nosotros.

No debemos hacer grandes despliegues de simpatía ni esforzarnos por aguantar malas actitudes, ¡faltaba más!. Es suficiente con regalar una simple sonrisa, este es un pequeño gran detalle que puede marcar una enorme diferencia.

Por lo visto, todos tenemos diferentes versiones de uno mismo, al parecer cientos o miles de ellas, tantas como personas conozcamos o nos topemos por el camino, por lo tanto, siempre trata de ser consistente con la mejor versión de ti mismo, una que no sea forzada, ni inducida, ni presuntuosa, ni artificial.


 «Probablemente no te preocuparía lo que la gente piense de ti si supieras lo poco que lo hacen».

-Olin Miller

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Imagen de ¿Qué piensan los de más de ti? de Pixabay.com libre de Derechos de Autor.
Fotógrafa:  Melgorzata Tomczak

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