Las Buenas Maneras Sello de Marca Personal | 784

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Las Buenas Maneras Sello de Marca Personal | Artículo de Gustavo Pérez Ruiz

Hace unos cuantos años, estando de viaje con mi familia en Londres, abordamos uno de esos autobuses rojos de dos pisos tan bonitos y típicos de esa ciudad.

Y buscando asiento, nos topamos con un grupo de adolescentes londinenses, tendrían entre 13 y 14 años.

En cuanto nos acercamos se levantaron para ofrecernos amablemente sus asientos, se fueron a sentar un poco más atrás, cosa que les agradecimos.

En vista de sus uniformes supuse que venían de la escuela y, por la hora se dirigían hacia sus casas, ya que era aproximadamente la hora de la comida.

Conforme avanzaba el autobús, parada tras parada, noté que mientras iban riéndose y conversando, alguno le avisó a otro de ellos, quien se encontraba distraído, que esa era su parada, el otro inmediatamente se levantó y le gritó “¡Gracias!”, y presto se dirigió hacia la puerta de salida.

Al pasar cerca de nosotros se despidió con una leve reverencia acompañada de una sonrisa.

Las Buenas Maneras Sello de Marca Personal

Cuento esta pequeña anécdota porque me llamó muchísimo la atención la cortesía y buena educación que demostraron esos muchachos, y no solo hacia nosotros, sino con las maneras tan correctas de tratarse entre ellos mismos.

Su digamos «caballerosa actitud» me sorprendió porque en los lugares en los que estoy habituado a vivir o viajar, este tipo de interacción tan educada no es lo común entre los chicos de esa edad, ni entre jóvenes de más edad, tampoco entre tantos adultos.

Lo primero que deduje, es que esas ‘costumbres de interactuar correcta y educadamente’, con propios y extraños, les viene de familia.

No se necesita ser un gran psicólogo para dar por hecho que ese comportamiento lo aprendieron en casa, de sus padres y familiares.

Me imaginé que sus padres serían seguramente personas educadas y encantadoras, ya que quien enseña a sus hijos a comportarse con generosidad hacia sus semejantes son dignos de toda mi admiración, porque se nota que han educado a individuos para mejorar el mundo con su noble actuación.

El escritor y comentarista mexicano Germán Dehesa escribió en su libro “Cuestión de Amor” que:

“Sin la buenas maneras, las ciudades acaban siendo intolerables”.

Y no es para menos, sobre todo en populosas ciudades con tanto ajetreo, donde vamos ensimismados sin pararnos un momento a pensar en la integridad de los demás.

Ya sea durante el tráfico pesado, buscando un cajón de estacionamiento, o un mejor lugar en la fila del banco o de la dependencia del gobierno donde uno va a gestionar algún trámite, en todos esos sitios y más, uno tiene que tomar la decisión de ceder el paso o su lugar a los demás; o en contraparte apirañarse del sitio inmisericordemente, sin tomar en cuenta la necesidad del prójimo.

Uno a diario tiene la potestad de optar por regalar una amistosa sonrisa a quien pasa frente a nosotros, le conozcamos o no,

o por echarle una mirada intimidatoria,

o pasar de largo con una actitud de total indiferencia ante los que prácticamente no existen para nosotros, como cuando alguien se tropieza por la calle o tiene problemas de movilidad física.

La educación desde niños es un ‘Sello de Marca Personal’

Desde niñ@s nos enseñan que entre las buenas normas de urbanidad y respeto tenemos que masticar con la boca cerrada, y sentarnos apropiadamente, esto es sin subir los pies a la silla o a la mesa.

Por allí nos insisten en tomar los cubiertos con propiedad, en no ser los primeros servirnos de la ensaladera o de la fuente de comida.

Puede parecer que si no cumplimos con estos mínimos lineamientos de cortesía y educación tampoco afectaremos a los demás, pero en definitiva tampoco mejoraremos nuestra imagen y Marca Personal, al contrario.

Cómo Administrar la Marca Personal

Las buenas maneras son una forma indiscutible de mostrarle a los demás que los tenemos en aprecio y consideración como seres humanos, como semejantes.

Abrirle la puerta a una señora, a un señor, a la mamá que va con su bebé en brazos; cederle el paso en la calle a la pareja que lleva prisa, todos estos son gestos de empatía que demuestran la educación y pundonor de quien los hace.

Me atrevo a decir que las buenas maneras son una forma de hacer que todos se sientan cómodos, apreciados y bien atendidos en diversas situaciones de la vida social, ya sea en una reunión familiar o en una junta de trabajo.

En este sentido nos damos cuenta que muchas costumbres, que pueden verse como anquilosadas o pasadas de moda, desafortunadamente se están perdiendo, pero

¡Que gran impacto generan todavía cuando se utilizan apropiadamente!,

como cuando alguien se levanta de la silla al momento en que una persona entra a un salón familiar o a una sala de juntas.

Quienes se levantan al momento de que llega alguna persona, independientemente de que sea mujer, hombre, mayor o no tan mayor, demuestran una empatía que hace sentir cómoda y respetada a quien recibe el gesto.


Contar con un buen Sello de Marca Personalidad abre puertas

Creo que es importante destacar y recordar que las buenas maneras, además de proyectar una interesante y destacada Marca Personal, también son puertas de oportunidad que uno mismo se genera, y a varios niveles:

A) a nivel de imagen, porque nos hacen lucir como personas civilizadas, incluso confiables),

B) a nivel sentimental, porque te ayuda a proyectar una grata personalidad ante la chica que te gusta, o ante los abuelos de un amigo),

C) a nivel familiar, porque reflejan la educación de tus ascendentes y también de tus descendentes -en caso de que los tengas-, y

D) a nivel profesional, porque pueden rendirte ganancias presentes o futuras, unas que ni siquiera te puedes imaginar, como la siguiente anécdota que me parece que ya he contado en otra emisión:

Una historia presidencial con Sello de Marca Personal

Cuenta una historia, que el vigésimo quinto presidente de los estados unidos, William McKinley (1843-1901), aquel cuyo mandato cruzó del siglo XIX al XX, y quien también murió asesinado, necesitaba decidir quién sería su secretario o ministro de relaciones exteriores.

Tenía que elegir entre dos candidatos.

Los dos tenían excelentes perfiles y calificaciones, tanto en conocimiento como en experiencia.

La decisión que tenía McKinley no era nada fácil. Se tomó unos días para reflexionar con toda calma, y en determinado momento, mientras observaba el paso de un tren, se acordó que a uno de los candidatos ya lo conocía desde la adolescencia.

McKinley pudo recordar que en una ocasión, cuando ambos viajaban en tren, en una estación subió una señora cargada de bultos, y el tren iba lleno, no había un solo lugar vacío.

Y el joven William McKinley, que iba parado del otro lado del vagón, notó que su conocido del pueblo se dio perfectamente cuenta de las dificultades que experimentaba la señora, y en lugar de ayudarle con los bultos y cederle su asiento, utilizó el periódico que iba leyendo para taparse la escena de la señora, como para no darse por enterado de la necesidad de esa mujer.

A McKinley esto le pareció un gesto de poca caballerosidad y falto de dignidad; entonces, mientras recordaba aquella lamentable escena, allí tomó su decisión, optó por el otro candidato.

Ya en otra ocasión, su amigo, el del periódico en el tren, le preguntó:

-Señor Presidente, le puedo pedir que me diga ¿por qué no me escogió como secretario de exteriores?. Ya sé que el otro candidato tiene grandes cualidades y no estoy cuestionándolo ni a él ni a su decisión, solo quiero saber cuáles fueron los elementos que tomó en cuenta para no elegirme a mí.

Y el presidente MacKinley, le recordó esa anécdota de juventud.

Muchos observan tu Sello de Marca Personal

Aunque tú quizá no te des cuenta, mucha gente se fija en la forma que tratas a un mesero o a la camarera, o al valet parking que te trae tu coche, o al panadero, o a la dependienta de la sección de zapatería.

Los más observadores se fijarán si a todas estas personas les pides las cosas sin verlos a los ojos, o señalándoles con el dedo, también notarán con pena ajena si conminas al mesero a retirarse agitándole la mano como invitándolo a irse pronto.

Mucha gente, consciente o inconscientemente se da cuenta del respeto mínimo indispensable que le debes rendir tanto a ellos o ellas como al resto de personas que interactúen contigo o entre ustedes.

Es de sentido común demostrar a todos una mínima cortesía al saludarlos, al decir buenos días, buenas tardes, hasta luego. Y por supuesto que nunca debemos olvidar los indispensables GRACIAS y POR FAVOR, palabras que hoy están en decadencia.


Los gestos de buena educación no cuestan absolutamente nada, y como ya vimos por la anterior historia pueden ser los detonadores de grandes oportunidades.

Las buenas maneras son un sello de Marca Personal, y pueden ser los preámbulos de una buena y fructífera amistad.

Las manifestaciones de cortesía generan calidez y confianza, hacen que los demás se sientan apreciados y bien atendidos (siempre que les escuches y dejes tu teléfono celular bien apagado).

Las señales de cortesía son casi indispensables para ganar el respeto de los demás, o al menos para provocar una buena primera impresión, una tan difícil de lograr en estos días.


“No concibo el mundo sin cortesía, sin esa actitud positiva hacia los seres humanos que te rodean”.

-Arturo Pérez Reverte

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Imagen de Pixabay.com libre de Derechos de Autor.
Fotógrafo: Goran Horvat

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